Por: Agomoso
Se necesitan "méritos o distinciones académicas". Icé bandera en el colegio, en 4to de primaria, pero eso no suma muchos puntos; ya pregunté. Me doy golpes de pecho por los tragos que me tomé durante la universidad, los fines de semana, y de lunes a viernes también, en vez de estar haciendo mejores trabajos.
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Andrés Gómez Osorio |
Se necesitan "méritos o distinciones académicas". Icé bandera en el colegio, en 4to de primaria, pero eso no suma muchos puntos; ya pregunté. Me doy golpes de pecho por los tragos que me tomé durante la universidad, los fines de semana, y de lunes a viernes también, en vez de estar haciendo mejores trabajos.
Recuerdo con envidia a las 'ñoñas' de la universidad. Tan
pilas ellas, siempre cargando contra su pecho una pila de carpetas y
fotocopias; armadas de esas cartucheras con esferos de todos los colores y
hasta tijeras punta roma. Las muy desocupadas hacían presentaciones en Power
Point de hasta 52 diapositivas, incluso para materias que considerábamos
"costuras", como ética y valores. Mis amigos y yo mirábamos con
desdén a las "intensas" y nos dábamos golpecitos en la espalda:
"Nosotros estudiamos para aprender, no lo hacemos por la nota" (sí
claro, qué sabiduría la nuestra).
En consecuencia, mi promedio de comunicador social y
periodista es de 4,0. "Es que en esa carrera cualquiera saca esas
notas", me dice un primo que estudia finanzas, gobierno y relaciones
internacionales. Tiene razón. Debe haber cientos de miles con un promedio mejor
y para ellos están dirigidas las becas, que tampoco son tantas como se cree. Mi
tío se las tira de informado cuando dice: "Este año se perdieron 1.000
millones de pesos en becas, porque la gente no las busca". Por qué no se
postula entonces usted, tío sabelotodo.
En las convocatorias también piden un "alto nivel"
de un segundo idioma. Mi Toefl, fue de 79 sobre 120. Eso no me sirve ni para
competir con Yeris Sepúlveda, la ex señorita Guainía que dijo estar
"felicing de star in Cartagen Hilton" Esas calificaciones mediocres
son un lastre que cargaré siempre. A veces pienso que es mejor estar reportado
en DataCrédito.
Propongo que se creen las becas PP-ASECI (Para Pendejos...)
Señores de las becas que evalúan las solicitudes, por favor,
comprendan que entré a la universidad siendo un niño. Llegué a mi primer
semestre con apenas 16 años, expectante del número de novias que tendría (cero,
por cierto) y de los litros de alcohol que consumiría, que no fueron tantos por
física falta de tiempo ($$$$).
Es que la universidad es como una gran presentación en
sociedad en la que nos ponen a prueba como parte de una comunidad; los padres
sueltan a sus polluelos para que aprendan a volar solos, socialicen y sepan
levantarse ante cada caída... porque es muy difícil mantenerse en pie estando
tan borracho. Yo tenía que esforzarme más que los demás para encajar en ese
difícil círculo social: "Es que tú eres pobre, feo y virgen", me decía
una amiga. En consecuencia, sacaba sólo una parte de las fotocopias que debía
leer y así ahorraba lo suficiente para comprarme el viernes un par de cervezas
(sólo un par), a ver si alzaba vuelo. Me dejé influenciar, pagué la
'primiparada'. Pido perdón, me equivoqué.
La revista Semana publicó un artículo titulado "Las
claves del triunfo en la U". Allí se recogen 11 recomendaciones para
marcar la diferencia "entre el estudiante vago y el exitoso". Hagan
caso a todas, menos a la número 6: "La nota no es la meta" (sí claro,
tan sabios ellos).
Deberían crear un programa que se titule algo así como: Becas
PP-ASECI (Para Pendejos - Ahora Sí Entienden que las Calificaciones Importan).
Yo pequé de ingenuo. No cometan el mismo error. Ahora me toca pagar las consecuencias,
porque eso es más fácil que pagar un posgrado. Fíjense:
Maestría en ciencia política en la Universidad de los Andes:
20'600.000 pesos.
Maestría en Relaciones Internacionales en el Instituto
Barcelona de Estudios Internacionales: 9.600 euros, más otros 9.600 para
manutención (en total unos 50'000.000 pesos, contando tiquetes).
Master in Public Policy de la Universidad de Harvard: 125.000
dólares de matrícula y manutención por dos años.
Definitivamente, ganar una beca gracias a un promedio alto y
a un mejor inglés que el de Yeris Sepúlveda, no tiene precio. Para todo lo
demás... no, ni siquiera tengo MasterCard.
Hice cuentas y tampoco me alcanza si vendo mi preciada moto
AKT. Es más, estoy debiendo dos cuotas.
Si Natalia París pudo quitarse el estigma...
El tema es injusto, además, con quienes estudian con esmero,
pero tienen por naturaleza problemas de aprendizaje (brutos que llaman). Es el
caso de mi primo, el que estudia finanzas, gobierno y relaciones internacionales.
Se esfuerza de manera sobrehumana, pero a estas alturas de su carrera acumula
un promedio de 3,7. Muchas universidades exigen al menos 3,8 para aceptar a un
alumno. Aquí ni siquiera estamos hablando de lo mínimo que se necesita para una
beca, sino de lo básico para un posgrado, incluso teniendo la plata para
costearlo. Mi primo, al enterarse, me mira horrorizado: "O sea que para
estudiar una maestría... me toca volver a nacer...", dice.
Le pido al Ministerio de Educación que considere mi propuesta
de las Becas PP-ASECI. Ya tengo preparada una presentación en Power Point, con
52 diapositivas, para que la evalúen.
No nos estigmaticen. A quienes ahora sí queremos estudiar,
merecemos que la vida nos dé otra oportunidad, como la obtuvo Natalia París.
Pobrecita, ha sido víctima de los prejuicios, sólo por el hecho de estar
buenísima y de haber tenido uno que otro lapsus mental. Pues ahora, le duela a
quien le duela, se estrenará como guionista de una película que ella misma
producirá. Quién mejor que esta mujer bella, inteligente, culta y mordaz para
romper estigmas. Cruzo los dedos para que ingrese a las ligas de los nuevos
talentos de la literatura iberoamericana. Buena suerte Natalia; puede ser que
tú abras el camino para quienes queremos rectificar, a pesar de no tener pasado
de ñoños.